Aunque las calles de las capitales de la región se tornan de muchos colores durante el mes, las cifras no son nada alentadoras para las comunidades LGBTI: Brasil encabeza el listado de violencia con 445 asesinatos registrados en el 2017.
Hace un par de días leía un informe publicado este año por la Organización de Estados Americanos, en el que con gran preocupación se resaltaban los altos índices de violencia física y mental a la que miles de personas LGBTI están expuestas a diario en América Latina por el hecho de su orientación o identidad sexual. Aún más inquietante es la aparición de grupos de antiderechos por toda la región, que no solo discriminan y apelan a la intolerancia, sino que además buscan que se adopten medidas que eliminen los derechos de miembros de estas comunidades, limitando así gran parte de sus plenas posibilidades como ciudadanos. Ciertamente hasta hace muy poco algunos de los derechos constitucionales de personas heterosexuales han podido ser otorgados a personas y parejas homosexuales, como es el caso de Ecuador que acaba de permitir el matrimonio homosexual, o Colombia que en 2015 permitió a parejas del mismo sexo la posibilidad de adoptar.
En materia de seguridad, Brasil, Ecuador, Colombia, Bolivia, Argentina, Costa Rica, entre otros países del continente, encabezan listados de crímenes de odio y hechos violentos que atentan contra la integridad de las personas LGBTI, todo esto sumado a la falta de garantías y recursos que los Estados les deben brindar. La violencia callejera, los insultos discriminatorios, las amenazas, torturas y homicidios por cuenta de una preferencia u orientación sexual contraria, nos cuesta muchísimo a l@s latin@s e hispan@s que buscamos el desarrollo de nuestra región en todos los factores. Por citar algunos casos, en Colombia 142 miembros de la comunidad LGBTI fueron asesinados durante el conflicto armado; en Argentina hay un ataque contra una persona LGBTI cada tres días, lo que serían aproximadamente 94 crímenes de odio; en México cerca de 28 personas han sido asesinadas desde 2018 hasta el presente; y alrededor de 600 personas LGBTI fueron asesinadas en El Salvador, entre 1993 y 2017.
Entonces, es válido preguntarse: ¿qué significa ser LGBTI en Latinoamérica? Desafortunadamente, esta pregunta arroja aún más interrogantes que respuestas. Hay un riesgo inminente de sufrir ataques de violencia, discriminación, abuso y atentados contra la vida, sin contar con el riesgo de la pérdida de derechos constitucionales que garanticen una vida plena en sociedad. Esta, como muchas otras formas de discriminación hacia sectores vulnerables de la sociedad, nos impide avanzar y conquistar escenarios de libertad, respeto y tolerancia.
Quiero pensar que la generación mía, la de los jóvenes, dará pasos agigantados en la construcción de una región diversa en todos los sentidos, capaz de establecer sociedades de respeto y amor. Además de pintar las calles de todos los colores este mes, apoyemos un cambio real y démosle nuestro respaldo a las comunidades LGBTI. En este mes, abracemos la diversidad y pintemos las calles latinas de todos los colores.