El Modelo Ecológico Social es una herramienta de ayuda que enmarca diversos parámetros al hablar sobre prevención primaria. Es comúnmente usada en el campo de la salud pública como una forma de considerar un enfoque de prevención integral para diferentes tipos de problemas de salud. El Modelo Ecológico Social se asemeja a cuatro huevos en un nido. Cada huevo representa un área en la cual podemos crear cambio. El más pequeño representa a los individuos, el segundo más pequeño representa las relaciones, el que le sigue representa a las comunidades y finalmente el más grande representa a la sociedad entera. Estas son todas las diferentes esferas en las cuales podemos interactuar entre todos, y donde también podemos influir en las decisiones de los demás. Los esfuerzos de prevención efectivos se enfocan en múltiples niveles del ecosistema social.
Los 9 Principios de Programas de Prevención Efectivos fueron creados usando una revisión de los diferentes enfoques a lo largo de cuatro distintas áreas (abuso de drogas, comportamiento sexual de riesgo, fracaso escolar, y delincuencia juvenil y violencia). Los autores de estos principios identificaron nueve características que fueron asociadas consistentemente con programas de prevención efectivos, y este marco teórico es ampliamente utilizado en el campo de la prevención de la violencia sexual, con el fin de crear y evaluar la programación de la prevención:.
- Servicios Integrales: las estrategias empleadas deben incluir múltiples componentes y afectar múltiples configuraciones ya existentes, con el propósito de manejar un amplio rango de factores de riesgos y protección del objetivo a tratar.
- Métodos de enseñanza variados: las estrategias deben incluir múltiples métodos de enseñanza, incluyendo algunos tipos de componentes activos basados en habilidades.
- Dosis suficientes: los participantes involucrados necesitan ser expuestos a una cantidad suficiente de la actividad para que ésta tenga efecto.
- Conducidas bajo preceptos teóricos: cualquier estrategia preventiva debe tener respaldo científico o lógica racional.
- Relaciones positivas: estos programas deben fortalecer relaciones positivas, estables y duraderas entre niños y adultos.
- Desarrolladas oportunamente: estas actividades deben realizarse durante momentos que tengan los máximos impactos en las vidas de los participantes.
- Relevantes socioculturalmente: estos programas deben ser realizados a la medida del contexto cultural de los grupos participantes, es decir, basándose en las creencias y prácticas culturales, así como también en las normas locales de las comunidades.
- Evaluación de retroalimentación: una evaluación que retroalimente a quienes la desarrollan es necesaria para determinar si el programa o la estrategia empleada funciona de forma adecuada.
- Personal bien entrenado: los programas necesitan ser implementados por personal competente, capacitado, sensible, y que haya recibido suficiente preparación, entrenamiento y supervisión.
El Espectro de Prevención es una herramienta desarrollada por el Instituto de Prevención para asistir a las comunidades en el desarrollo de iniciativas dirigidas a prevención integral de la violencia sexual. Esta herramienta designada para cambios a gran escala, se enfoca no solamente en individuos, sino también en el ambiente en donde se desarrollan, incluyendo las normas que contribuyen al desarrollo de actos de violencia sexual.
Al trabajar en todos estos seis niveles de manera simultánea, las comunidades pueden diseñar planes efectivos que les aseguren que sus relaciones, hogares, barrios, escuelas, iglesias y lugares de trabajo son cada vez más seguros.